Sunday, February 20, 2005

Los Excéntricos Guijarros

Somos una familia relativamente grande. Mi padre tienes cinco hermanos. Cada uno tiene, en promedio, dos hijos, algunos tres. Mi apá es el mayor. Él tiene dos. Yo y Princesa Superpoderosa. Su hermano menor, el que le sigue, también tiene dos, Chava y Juanita. Chava es el menor y es como mi gemelo psiquíco. Es mayor que yo EXACTAMENTE veintitrés horas. De ahí sigue mi tía Luz. Ella tiene 3: Alejandro, Gaby y Hugo. Hugo es dos años mayor que yo. De ahí sigue mi tía Chelo. Ella tiene 3 niñas: Perla, Jessica y Ana Karen, quién es la más chiquitita de todos. En promedio ya casi todos tenemos de 25 años, con excepción de ella, que apenas y llega a los 15. Mi tío Ramiro es el menor. Es el soltero totalmente empedernido. Es quién yo creo que terminaré siendo algún día. En fin, lidereando la alineación de los Guijarro, está la abuela Chuy. Es tremenda la viejita pues cada dos años más o menos nos mete el susto que ya se va. Pero según ella no puede irse hasta que YO, por ser el primogénito de su primogénito, esté casado. Eso es lo que me hace pensar que vivirá por siempre jamás.

Cuándo estábamos pequeños y yo vivía en el Distrito Federal, cada día feriado lo pasábamos juntos, cada cumpleaños, cada santo, toda fiesta. Y por supuesto que eran fiestononones. A mis once años, mi primo Alejandro, que es el mayor de los primos, nos secuestró y nos llevó al cine: mi primera ida SIN mis padres o hermana. Íbamos con Hugo, Chava y, por supuesto, yo. Ahí estuvo mi primer contacto con otro tipo de cine que no fuera Star Wars o Superman: Jaws de Spielberg, “Tiburón” para los entendidos. Cada verano, una vez que me vine a vivir hasta Chilpancingo, me la pasaba allá con ellos. Y eran verdaderas aventuras.

Cada uno de nosotros tenemos una particularidad que hace que los demás miembros de la familia siempre digan “¡Oooh!”. Por ejemplo, mi primo Alejandro terminó la secundaria y no quiso estudiar más. Es el más adinerado de todos. Chava sólo llegó al final de la prepa y dijo “basta”. Sería el más adinerado, si no fuera por el hecho de que a cada rato hace compras impulsivas. Su más reciente adquisición: una pantalla de plasma de 50 pulgadas. Cuenta con como tres home theatres (de los cuales tiene uno sin abrir), computadoras en casi todas la habitaciones de su casa (faltan la cocina y el baño…) y una flotilla de 10 taxis (su más reciente capricho). Hugo es el brainiac. Con un coeficiente intelectual de 220, acutalmente trabaja en una compañía de satélites mexicana y tiene maestrías y doctorados en Japón, Alemania y, próximamente, se va a dirigir una sucursal de su compañía en Texas y California. Gabriela es la magnate de los hoteles: comenzó trabajando el turno nocturno en el Gran Hotel de México y hoy tiene acciones de ese y de la cadena “Fiesta Americana”. Perla es administradora en jefe de zona de una firma bancaria. Su zona: el DF y la metropolitana. Nomás. Jessica es investigadora en la UNAM. Ana Karen acaba de regresar de un concurso de alumnos avanzados de secundaria en Chile y se trajo un segundo lugar. Bastante bueno, si consideramos que comptió contra alumnos de prepatoria. Princesa Superpoderosa va que vuela para política en nuestro estado. Aunque perdió las elecciones su partido, ya la están apoyando para trabajar en un par de alcaldías y no dudo que algún día llegué a Diputada o algo así. Y por último estoy yo. Desde los 18 años, he conocido todo tipo de aventuras y desventuras. Mi profesión, primero como locutor, luego como escritor y ahora como productor de noticias me hace ser el único que hace que nuestro nombre haya aparecido en los medios más de una vez (superando incluso a Princesa, que lleva noche tras noche apareciendo en los noticieros locales).

Ahora bien, después de la introducción (in)formal de la Fabulosa familia Guijarro, tengo que contarles el origen de nuestro apellido. Cuándo abuela Chuy conoció a Papá Guijarro, este no le quiso decir su nombre por como tres semanas. En parte por que el abuelo Ceja, papá de Chuy, era el comisario del pequeño poblado de Jalisco (si, ‘iñor) donde nació nuestra familia. Pasado este tiempo, le contó a mi abuela que era un matón michoacano, que no le podía decir su verdadero nombre… pero que le llamara José Guijarro. Semanas después, abuela Chuy averiguó que Guijarro era el nombre de unos rancheros nayaritas que habían sido robados y asesinados por unos desconocidos. Así, se casó con José Guijarro y comenzaron a nacer José de Jesús (mi apá), Salvador, Luz María, Consuelo y Ramiro. Como las cosas en el rancho de Jalisco se comenzaron a poner feas, abuela Chuy y papá Guijarro decidieron irse a la capital del país. Una vez llegados ahí, papá Guijarro usó el clásico “voy por cigarros” y nunca más volvió. Chava y yo lo localizamos cuando teníamos 18 años: vive en Texas, se volvió a casar y tiene cerca de 11 hijos ahora. Nada mal si consideramos que se fue cuando mi tío Ramiro estaba recién nacido y hoy está cerca de los 50 años. Mi primo sólo le pidió una cosa: que le mandara “fayuca”, mercancía de contrabando, videocaseteras, televisores, etc. Por supuesto que Papá Guijarro nos mandó al demonio. Nunca volvimos a saber de él. Abuela Chuy casi nos la parte por andar rascando partes del pasado que deberían estar enterradas. Cuando publiqué mi primer cuento, “Veneno”, ella guardó todos los recortes de los periódicos donde salió pero se enojó por la manera en que la retraté ahí. Y por haberla matado en el cuento, supongo. En fin, que así es la familia Guijarro. Nada más una raspadita por la superficie. Si les interesa conocer el cuento, se reciben peticiones en bobguijarro@hotmail.com.