Wednesday, October 27, 2004

La Mano Pachona O Lo Que Es Lo Mismo: La Mano Que Mece La Cuna... Despierta Al Chamaco

Bueno, como parte de mi plan de boicot al "Imperio", me he enyesado la mano. Esto con el fin de ganar tiempo y de poder preparar mi venganza mejor. Les cuento: esta "empresa", además de eludir todos los tipos de responsabilidad fiscal, social, laboral, civil y legal, soborna funcionarios para poder acomodar sus productos a la venta en gobierno. Tal vez los mas eticos me digan: "eso no se hace", "eso es abuso de confianza". Si, puede ser, pero cuando el "Jefe" (llamesmole "El Emperador") se monta en uno y te hace ir a la oficina a las dos o tres de la mañana y ni las gracias te da, cuando te roba hasta tus fines de semana, horas de sueño y de comida y solamente trata de ver tus errores (magnificarlos mas bien), creo que se gana todo lo que le venga. Pues bien, su error consistio en abrirme las puertas a sus corruptelas, dejarme ver las porquerias que hace con tal de ganarse dos mugrosos pesos y lo peor, hacerme quedar con copias de todas las basuras que hace. El primer mandarriazo le viene el prox. lunes. Mientras el este feliz descansando en la playa, la radio y los periodicos locales le estaran cargando el calor para que sienta la Fuerza. Les cuento que mas sucede en cuanto pueda.

Que pasa?

Pues nada, que al momento de escribir esto tengo mi mano derecha enyesada (la historia, proximamente)y me he metido en un lío legal fenomenal. Resulta que cuando entre a trabajar en la empresa (léase "El Imperio") en la que estoy, nos hicieron firmar un contrato "TRIMESTRAL" (ojo: el Bob Guijarro SI lee las clausulas y letras chiquitas). Pero el Jefe es un coyote de las leyes y a los quien sabe cuantos minutos ya habia cambiado la redaccion, lo cual nos quita a los que tenemos (mas bien QUEREMOS) que renunciar muchas prestaciones como compensaciones, idemnizaciones y otras trivialidades. Ahora que intenté renunciar (hazlo o no lo hagas, no hay intentos... esa frase no sirve cuando tu enemigo es un sith consumado), resulta que si renuncio o me despiden ANTES del 31 de dic de 2004... tengo que pagar ¡¡4 mil pesos!!. Anyway, como buen estratega, me quedo... pero van a saber quien es un jedi vengativo(concepto que no debiera de ser pero a mi, cuando me la hacen, me vengo... ). Por lo pronto, mis viejos contactos en los medios informativos estan recibiendo muchos documentos que demuestran la podredumbre en la que esta envuelto el Jefe. Sorry, pero asi es. Bob es bueno por las buenas y mejor por las malas (eso depende, si estan buenas las malas, soy todavia mas bueno). Si no vuelven a saber de mi, estoy enterrado junto a Jimmy Hoffa o a Colosio.

Tuesday, October 12, 2004

A Simple Life

El otro día, mientras me disponía a dormir para seguir con un día más de grises frustraciones, me pasó una de esas cosas que sólo te ocurren cuándo más decepcionado de todo estás. Tengo un par de felinas, una es Dee Dee (como la hermana de Dexter) y la otra es Misha (como… como Misha pues). Ésta última de verdad es como mi hija pues ya casi cumple diez años a mi lado y la he visto pasar por todos sus momentos, buenos y malos: cuándo parió, estuve a su lado, a pesar de que me dormí y ella tuvo el cuidado de despertarme a las seis de la mañana para mostrarme a “mis nietos”, cuándo tuvo una infección y un sangrado tan impresionantes, que de verdad pensé que ahí terminaba nuestro dueto. En fin, que con Misha siempre hemos sido inseparables (eso cuándo estoy en mi casa). SI me siento en la sala a ver televisión, ella se acuesta a mi lado mientras se acicala a lengüetazas y constantemente maúlla y ronronea fuerte, como contándome lo que hizo durante el día y a la hora de acostarme, ella es la primera que ocupa los pies de la cama, como intentando calentarla para que no sienta yo tan gacho el frío de las sábanas. En fin, que mientras Misha estaba dormida a mis pies, y yo casi soñaba con volver a ver a Maharba para poder platicar con alguien, sentí como Misha apoyaba su cabeza en mi pierna, recargándose, descansando toda encima de mí. Eso me hizo darme de lo mucho que este animal confía en mí, de lo mucho que significo para ella y de lo fuerte que son nuestros lazos, a pesar de que somos tan distintos, en especie como en personalidad. De ahí me puse a pensar cuánto tiempo hace que no veo un amanecer o un atardecer tomado de la mano con alguien o solo, cuánto hace que no me detengo y pienso en algún buen chiste y sonrío o de plano me carcajeo a media calle, de hace cuánto que no pruebo la sopa de mi mamá o sus bisteces o su pollo almendrado o su macarrón con queso, cuánto hace que no le invito una cerveza a mi papá para que discutamos durante horas y horas por cosas que ni nos afectan ni nos benefician, de hace cuánto que dejé de preocuparme por el “cómo” para preguntarme “cuánto” y eso es más malo que la carne de puerco. No me resistí y metí a la gata bajo las cobijas y ella se dejó abrazar como cuándo era cachorra y hasta se la pasó bañándome la mano (a lengüeteadas, por supuesto). Eso me hizo sentir bien, como tiene tiempo que no me sentía y me di cuenta: ya tiene tiempo que no practico lo que predico. Primero TU y después el mundo. Anyway, creo que he comenzado bien. Este sábado fue sensacional, toda la tarde estuve con Ed y su esposa (creo que los celos ya pasaron), me di cuenta que en realidad los dos estamos viviendo dos mitades de una misma vida. El me sigue envidiando que no tenga yo ninguna responsabilidad y yo... yo le envidio que el tiene alguien que le espera a todas y que lo quiere... y mucho.

El Mundo Secreto de Bob Guijarro... Sin Censuras

Oh, si. Por si se lo han preguntado alguna vez y, aunque no lo parezca, el Bob Guijarro fue un tipo con un enorme ego que se dejó dominar por el lado oscuro de la Fuerza. Llegué a tales extremos, que me atreví a rechazar a niñas que, desnudas y dispuestas a todo por mí, tenían pies que me disgustaban. ¡¡Pies que me disgustaban!! ¿Y quieren saber la peor parte?, nunca he sido fetichista, pero a ese grado llegaba mi estupidez. Si, después, en la época de la Radio, cuándo su servidor se convirtió en una semi-celebridad (la verdad, nunca he sido bueno para mostrarme en público y una parte muy buena de trabajar en Radio es que no todo mundo te conoce así que podía hacer todas mis barbaridades en relativo anonimato) podía darme el lujo de tener una chica distinta semana tras semana (tengo una teoría que dice que Diosito te ha destinado X numero de mujeres para toda tu vida… y como yo casi me acabé todas las mías en esa época, pues así justifico el estar solo hoy… y mañana… y pasado… y el día después…). Sip. No todo en la vida del Bob Guijarro ha sido chicas ingratas que sacan lo mejor de mí y se lo llevan para siempre. Por ejemplo, está AL, la chica del Rancho Grande. Me la presentó mi amigo Alex, por que era amiga de su esposa. Para no alargar la historia, un fin de semana fuimos a bailar, me gustó, le gusté y para terminar pronto, el lunes ya la tenía llamándome dos o tres veces al día a la Radio para que le dedicara canciones y le enviara saludos. Sobra decir que como buena ciudadana de Rancho Grande, AL tenía lo suyo. Es decir, un cuerpazo tremendo. Por supuesto que sólo fue cuestión de tiempo para que lograra encamarme. Y al decir tiempo, hablo de horas. Ella vivía en uno de esos lugares para estudiantes por lo que era casi imposible quedarnos ahí. La oportunidad vino un fin de semana feriado que sus amigas le encargaron un departamento que rentaban. Es decir, estaríamos solos 3 días. Llegó la hora de la verdad y para llegar al departamento, no me podía ni aguantar yo solo. Toco a la puerta y zas!, una ninfa envuelta en bata transparente (digo, las rancheras se guardan lo suyo, nomás que no lo hablan). En resumen, dos horas después no me podía ni levantar. Pero ni falta que hizo. Como buen gigoló internacional, ella me preparó de comer, de cenar y de desayunar. Por supuesto que el colmo de males vino cuándo AL se obsesionó. A pesar de haberle yo puesto bien claras las reglas de MI juego, ella quería jugar el suyo. Y comenzó a llamarme a todas horas a la oficina, a mi casa, si no estaba yo, hablaba con quién le contestara y le decía que ingrato y que maldito era yo. Por supuesto, todos lo sabían. Su legado más grande fue dejar en mis amigos y mi familia una pregunta que siempre que me enredo con quién no debo me hacen invariablemente: “¿Pues qué les das?”. Roberto, 100% Puro Roberto, sin edulcorantes, saborizantes, colorantes, narcotizantes, aromatizantes ni nada desde antes. Y creo que con eso basta. Después de un par de semanas, por fin pudimos hablar sin que ella me hiciera el drama de todo lo que me había dado (TODO lo que me había dado). Y al final entendió que el Bob Guijarro no es el hombre de las mujeres que lo quieren sino el de las que no lo quieren y así será siempre. ¿Te imaginas, AL, si me hubieras rechazado?, NUNCA hubieras ocupado un lugar en mis memorias menor a una sola página, tu nombre hubiera estado en mi pared de Imposibles de Oro (de hecho sí, tu nombre está pero en Revolcones de Oro, página 616, vol-214… ja!, apenas si llenaría tres partes del encabezado de una hoja media carta si contara a todas las que han sido mías en realidad… oops, lo siento, de verdad perdón a mis amigas feministas pero SI, el Bob Guijarro también ve a MUCHAS mujeres, no a todas, como simples objetos sexuales). Anyway, AL, sé feliz, cuida a tus dos niños (oh, si, se casó a los pocos meses de terminar conmigo, como muchas lo han hecho… desde Alma hasta Bárbara), cuídate tú y cuídense todos.

Saturday, October 09, 2004

Tendría yo unos siete u ocho años (hagan cuentas: tengo casi treinta), cuándo la emoción más grande de mi vida era irme de vacaciones con mi tía Luz y mis primos Hugo, Gaby y Alejandro. Hugo siempre fue mi mejor amigo (aunque tenía yo muchas más similitudes con mi casi-gemelo, Chava): con él aprendimos a andar en bicicleta, con él conocí en cabeza lo que era tener novia a los 11 años, con él aprendí lo que es tener a una banda dispuesta defenderte de un gandalla. Y recuerdo que con él y Alejandro gozaba como nunca mis veranos. Tardes de escuchar radio mientras jugábamos Turista, noches de recorrer las calles de Izcalli en bicicleta con mi amigo Flavio (q.e.p.d.) y toda la palomilla de mi primo, mañanas desperdiciadas jugando Atari o Activision o béisbol de computadora, cientos de películas que decían “clasificación “b”, para adolescentes y adultos” que soñábamos con ver, mientras pensábamos como mi primo Ale (el más grande de todos) nos podría escurrir al cine (nunca hubo necesidad: ni íbamos al cine ni se fijaban en el cine si entraban cien niños a ver “Emanuelle contra los 101 Dálmatas”). Esas noches hoy me parecen casi mágicas, míticas, todos alrededor del gran y viejo árbol que estaba en aquel terrenazo baldío (que siempre creímos firmemente que era el de “Poltergeist” pero nunca nos atrevimos a dormir fuera para averiguarlo), mientras a lo lejos sonaba “Every Breath You Take” o “Take On Me” o cualquier cantidad de música ochentera que, a mí, me marcó para siempre. Es cuándo más me pregunto ¿por que tiene que correr el tiempo, por que tenemos que cambiar tanto, por que tenemos que dejar lo que nos gusta y hacer lo que debemos? Nunca me han podido contestar eso y es cuándo más me doy cuenta: nadie sabe por que hace las cosas que hace y sin embargo las sigue haciendo, día tras día, mes tras mes, año tras año. Nunca tuvieron menos sentido en mi vida el sentarse tras un escritorio durante todo el tiempo que dura la luz solar mientras haces algo que a NADIE le cambia la vida, mientras lo único que logras es que un c4br0n se llene los bolsillos de dinero mientras lo que se vacía es tu vida. Por que damos prioridad a encerrarnos hasta los fines de semana en vez de buscar a quiénes queremos y a quiénes nos quieren, en vez de buscar a aquel viejo amigo que tiene años, siglos que no encuentras y que no es otro que tu niño interior. Yo, por mi parte, voy a resolver esto. Como parte de mi plan de reconquistar MI vida y MI mundo, me voy a comer con mi amigo Ed este fin de semana en el día de su cumpleaños, vamos a celebrar que sea año y medio más grande que yo y a festejar que estamos vivos. Intentaré hacerle ver que aún es tiempo, que todavía podemos jugar a ver quién dura más tiempo sin bañarse (información innecesaria: cuándo en realidad competimos ganó él, UN mes completo sin ducharse y yo sólo soporté mi propia peste por tres semanas… mis cabellos largos de Mustang, parecían rastas de jamaiquino), que aún podemos competir por ver quién dice más letras del abecedario de un sólo eructo (aquí gané yo: de la a "a" la "p" con un trago de squirt)… que aún quiero ser su Sancho Panza en el mundo que él sueña: autoridades que cumplen su cometido, gente que vive en paz, sin tirar basura, ciudadanos que respetan las leyes mientras yo sólo quiero que él y todos mis amigos podamos compartir un rato juntos como años atrás, cuándo comíamos pizzas y cocas en los estacionamientos mientras los policías venían a corrernos por las caras de vándalos mientras los verdaderos criminales son los que nos roban la vida y la forma de ser. Voy a tratar de volver a estar ahí, para cuándo él necesite hablar con alguien que, aunque nunca lo ha entendido, sabe escucharle. Voy a proponerle volvernos a ir de día de campo por allá, por dónde siempre regresamos rapados, abollados y adoloridos pero con el espíritu renovado. Sólo espero que su esposa le dé permiso de salir a jugar conmigo.

Sunday, October 03, 2004

Bitter Memoirs... o el Inefable Arte de Decir Ádios

Réplica a la entrada al diario del 26, junio, 1997.
J es de las pocas personas cuya amistad conservo desde la preparatoria. Ella estudió para maestra y ahora está en antropología o arqueología o algo para estudiar a los muertos. Casi se ha transformado en una hippie. Blusas de manta, sandalias, piercings por doquier. Pero debajo de todo eso, está la chica que por poquito fue de Ed y que a mí siempre me gustó. Siempre fue igual, desde que conozco a Ed: él les gusta a ellas y nunca las toma y ellas, por creer que yo puedo interceder en algo para que les haga caso, se acercan a mí. Por supuesto (advertencia: se aproxima una confesión machista que hará enojar a mis feministas amigas), ¿quién soy yo para decir no? Pero con J siempre fue diferente. Durante un rato siempre nos tuvimos sólo el uno a la otra. ¿Cuántas veces no la quise abrazar cuándo con lágrimas me contaba que su papá esto y que sus hermanos lo otro? J, siempre fuiste muy similar a mí: los demás te pisoteaban por que tú lo permitías y lo permitías por que esa era tu naturaleza aunque al paso de los años, la única persona capaz de poner un pie encima de ti (o de mí), eras tú misma. Anyway, que hoy fuimos a ver Jerry Maguire. Hacía mucho que no veía una cinta de Cruise que me gustara. ¿Por qué no puede ser así en The Real World? ¿Por que los idealistas siempre perdemos?... creo que la respuesta la sé de memoria, pero por dignidad, prefiero ignorarla. Así que, salimos del cine, creo que relativamente satisfechos con lo que vimos. Como siempre, el camino del cine a su casa (que de hecho, mi casa queda a un par de cuadras de este cine, pero mis demonios internos no la pudieron convencer de venir a perderse conmigo) estaba casi vacío pues ya eran poco más de las 9 de la noche y como siempre, en este polvoriento lugar, las calles se vacían pasando las siete de la noche. Así que caminamos y platicamos sobre miles de cosas, que si su hermano mayor y su papá no la dejan tener una relación sana con nadie, que si se iba a otro lado, le iba a costar trabajo pero siempre podría salir adelante, que si esto que si aquello. Por primera vez en toda mi conquistadora vida, un campo de fuerza impenetrable, impedía que de mi boca salieran sandeces. Era como si tuviera un buen filtro y sólo los buenos deseos, las buenas palabras que siempre debo decir estuvieran ahí, listas para salir. Ni siquiera deseé tomarla y hacerla mía cuándo me sujetó de la mano para atravesar la Gran Avenida, ni siquiera miré en su escote cuándo nos agachamos para pasarnos por aquel gran terreno abandonado… ni siquiera la miré a los ojos esa noche, cuándo nos despedimos. Y si hubiera sabido que era la última vez que la vería, lo hubiera hecho todo igual, excepto soltarla cuándo nos abrazamos en aquel adiós. Aún hoy la mantendría pegada a mí, para nunca perderla de vista. Sé que mientras me iba, ella ya lo había decidido, sé también que subió a su cuarto y que de su ventana me vio alejarme, por que en su nota eso era lo que estaba escrito. Nunca supe, sin embargo que dentro de ella algo se había movido hacía muchos años y que ese algo la estaba alejando de mi mundo y de todo el mundo. ¿Dónde estás, J?, ¿Qué fue de ti?, ¿Por qué no vuelves para acordarnos de tu Ben Jonson y cómo corría calle arriba mientras tu hermano Robocop lo perseguía hecho una furia?. Sé que tal vez algún día leerás esto (por que soy tan show-off que le pondré mi nombre con letras enormes y sabrás quién es el que siempre habló bien de ti), sé que no es verdad que fue la última vez que te vi (por que nos volvimos a topar cuándo yo era propiedad de la Amazona de la Tinta y sólo atinamos a darnos la mano que se alargó por toda la Terminal de Autobuses de la Gran Ciudad, mientras la Amazona me arrastraba para masticarme y escupirme por el simple hecho de saludarte o cuándo fuiste a verme a la Radio y la Amazona casi se te abalanza a golpes, sólo por que, mi amigo Sal y yo, cuál cuidanderos de Jurassic Park, la amarramos con cables de acero y la doblegamos hasta el piso y yo, cuál héroe de acción te gritaba: “Run, run for your life!! Don’t look back and run for your life!!!” y tú te fuiste, mirándome, sabiendo que me convertía en carne de cañón y que no me importaban seis horas continuas de regaños por poder verte aunque fuera 15 minutos). Si, J, tú fuiste la fundadora de mi Reino de las Amazonas, allá por aquellas épocas en que creía yo mi vida asegurada, en que definía mi vida por cada película que veía y de las cuáles me fui robando enseñanzas para hacer la mi propia filosofía. Y hoy, a más de doce años de conocerte, no sé que es de tu vida, no sé que es de ti… pero quisiera recordar nuestros pequeños rituales, esta vez mientras me atraganto con un enorme cheese steak y una cerveza helada y tu sólo me miras y como siempre me dices “Roberto!!” mientras te carcajeas con tu enorme sonrisa. Te Quiero, J. Te Extraño, J. Adiós, J. Cuídate y cuídame mucho, desde allá, dónde estés.