Sunday, October 03, 2004

Bitter Memoirs... o el Inefable Arte de Decir Ádios

Réplica a la entrada al diario del 26, junio, 1997.
J es de las pocas personas cuya amistad conservo desde la preparatoria. Ella estudió para maestra y ahora está en antropología o arqueología o algo para estudiar a los muertos. Casi se ha transformado en una hippie. Blusas de manta, sandalias, piercings por doquier. Pero debajo de todo eso, está la chica que por poquito fue de Ed y que a mí siempre me gustó. Siempre fue igual, desde que conozco a Ed: él les gusta a ellas y nunca las toma y ellas, por creer que yo puedo interceder en algo para que les haga caso, se acercan a mí. Por supuesto (advertencia: se aproxima una confesión machista que hará enojar a mis feministas amigas), ¿quién soy yo para decir no? Pero con J siempre fue diferente. Durante un rato siempre nos tuvimos sólo el uno a la otra. ¿Cuántas veces no la quise abrazar cuándo con lágrimas me contaba que su papá esto y que sus hermanos lo otro? J, siempre fuiste muy similar a mí: los demás te pisoteaban por que tú lo permitías y lo permitías por que esa era tu naturaleza aunque al paso de los años, la única persona capaz de poner un pie encima de ti (o de mí), eras tú misma. Anyway, que hoy fuimos a ver Jerry Maguire. Hacía mucho que no veía una cinta de Cruise que me gustara. ¿Por qué no puede ser así en The Real World? ¿Por que los idealistas siempre perdemos?... creo que la respuesta la sé de memoria, pero por dignidad, prefiero ignorarla. Así que, salimos del cine, creo que relativamente satisfechos con lo que vimos. Como siempre, el camino del cine a su casa (que de hecho, mi casa queda a un par de cuadras de este cine, pero mis demonios internos no la pudieron convencer de venir a perderse conmigo) estaba casi vacío pues ya eran poco más de las 9 de la noche y como siempre, en este polvoriento lugar, las calles se vacían pasando las siete de la noche. Así que caminamos y platicamos sobre miles de cosas, que si su hermano mayor y su papá no la dejan tener una relación sana con nadie, que si se iba a otro lado, le iba a costar trabajo pero siempre podría salir adelante, que si esto que si aquello. Por primera vez en toda mi conquistadora vida, un campo de fuerza impenetrable, impedía que de mi boca salieran sandeces. Era como si tuviera un buen filtro y sólo los buenos deseos, las buenas palabras que siempre debo decir estuvieran ahí, listas para salir. Ni siquiera deseé tomarla y hacerla mía cuándo me sujetó de la mano para atravesar la Gran Avenida, ni siquiera miré en su escote cuándo nos agachamos para pasarnos por aquel gran terreno abandonado… ni siquiera la miré a los ojos esa noche, cuándo nos despedimos. Y si hubiera sabido que era la última vez que la vería, lo hubiera hecho todo igual, excepto soltarla cuándo nos abrazamos en aquel adiós. Aún hoy la mantendría pegada a mí, para nunca perderla de vista. Sé que mientras me iba, ella ya lo había decidido, sé también que subió a su cuarto y que de su ventana me vio alejarme, por que en su nota eso era lo que estaba escrito. Nunca supe, sin embargo que dentro de ella algo se había movido hacía muchos años y que ese algo la estaba alejando de mi mundo y de todo el mundo. ¿Dónde estás, J?, ¿Qué fue de ti?, ¿Por qué no vuelves para acordarnos de tu Ben Jonson y cómo corría calle arriba mientras tu hermano Robocop lo perseguía hecho una furia?. Sé que tal vez algún día leerás esto (por que soy tan show-off que le pondré mi nombre con letras enormes y sabrás quién es el que siempre habló bien de ti), sé que no es verdad que fue la última vez que te vi (por que nos volvimos a topar cuándo yo era propiedad de la Amazona de la Tinta y sólo atinamos a darnos la mano que se alargó por toda la Terminal de Autobuses de la Gran Ciudad, mientras la Amazona me arrastraba para masticarme y escupirme por el simple hecho de saludarte o cuándo fuiste a verme a la Radio y la Amazona casi se te abalanza a golpes, sólo por que, mi amigo Sal y yo, cuál cuidanderos de Jurassic Park, la amarramos con cables de acero y la doblegamos hasta el piso y yo, cuál héroe de acción te gritaba: “Run, run for your life!! Don’t look back and run for your life!!!” y tú te fuiste, mirándome, sabiendo que me convertía en carne de cañón y que no me importaban seis horas continuas de regaños por poder verte aunque fuera 15 minutos). Si, J, tú fuiste la fundadora de mi Reino de las Amazonas, allá por aquellas épocas en que creía yo mi vida asegurada, en que definía mi vida por cada película que veía y de las cuáles me fui robando enseñanzas para hacer la mi propia filosofía. Y hoy, a más de doce años de conocerte, no sé que es de tu vida, no sé que es de ti… pero quisiera recordar nuestros pequeños rituales, esta vez mientras me atraganto con un enorme cheese steak y una cerveza helada y tu sólo me miras y como siempre me dices “Roberto!!” mientras te carcajeas con tu enorme sonrisa. Te Quiero, J. Te Extraño, J. Adiós, J. Cuídate y cuídame mucho, desde allá, dónde estés.