Thursday, August 18, 2005

¿Quìén Va A Querer A Un Hombre Con Senos?




Gordo pero orgulloso. Bueno, ahora no tanto como hace un año y medio. Pero si, lo fui. Y me valía madres todo. De verdad. En una sentada me tragaba hasta cuatro órdenes de tacos. O tres platos de arroz blanco con crema. O un paquete familiar de pollo frito. Con un refresco de dos y medio litros. Y sí, tenía senos. Senos de hombre. Man boobs.

Pero ocurrió que un día el hada de las desgracias, pasó por mi casa. Me jugó una bromita. Me echó a perder el riñón derecho. Así que, después del sustito, le bajé a TODO. No ceno. Como lo que me sirven y nada más. Verduras, eso sí, las devoro. Pero carne, grasa, chile, etc., etc., tuvieron que ser casi desterrados de mi dieta. Y digo casi por que si los sigo comiendo pero ya no tanto como antes. Hmmm. Bisteces. Hmmm. Chuletas. Hmmm. Lo que sea.
Ahora bien, el punto central de este post no es ni contar a ustedes, cheriés lecteurs, sobre mis dietas ni sobre mis desastres físicos (sí, temo que un día la misma hada de las desgracias, pasará a dejarme un lindo enfisema... cuándo menos...). Más bien era la forma en que me sobrellevaba a mí mismo. Era gordo. Y me querían. Mucho más que ahora que he perdido 17 kilos y que me faltan 10 más. En serio. Me buscaban más las chamacas en áquel entonces, con 100 kilos, que ahora, con 83.

Supongo que es cierto: los gorditos tenemos gracia y chiste. Mmm. Será?. En fin. Au revoir, mes Lecteurs.