Tuesday, July 12, 2005

Conclusiones, parte III

Estos últimos días me había sentido deprimido. Sin razón, honestamente, por que todo esto que está pasándome no es nuevo para mí. Lo que pasó es que todo fue de una sola vez, de un tirón. Y ahí es donde, idiotamente, pensé que era el tope, el final, el "sin-salida". Para nada. Como lo dije una vez, el mundo no se detiene. Aunque llores, te rías, te derrumbes, te hundas. El mundo sigue y sigue. Sencillamente. Mis canas y mis arrugas (reales, ¿eh?, no son metáforas) son la prueba número uno.
Me alegro por que a pesar de la cara que traigo (no he dormido bien últimamente), por dentro sé la jugada que sigue para mí. Te lo advertí, Gio. Incéndiame. Pisotéame. Hazme talco. Déjame en medio del desierto desnudo, sin ropa, sin agua, sin nada. Tres días después tocaré a tu puerta en un Armani, dentro de una limosina con una copa de Pinot Noir en una mano y un plato de langosta Termidor en la otra. Ese soy yo. El auténtico Survivor.
Ahora, sé que no fue tu intención nada de esto. Así como sé que es mi intención tratar de reparar lo que dañé (que, acéptalo, ni que fuera tanto...) y, al menos, dejar las cosas como antes. Dicho esto, doblo las manos y lo admito ante quién lea este post: me ganaste. Me venciste en una competencia que no era ni guerra ni nada de lo que yo creí. Me ganaste. Limpio. Ya. No lo vuelvo a decir. Así como no vuelvo a mencionarte. Gracias.