Monday, September 05, 2005

Motherly Love (Amor Maternal)

La relación madre-hijo es algo de lo que muy poca gente puede hablar sin sonrojarse o ponerse de malas. Mi caso es aparte. A mi me da risa. Es genial mi relación con mi familia. Sra. Madre o Mein Mutter (como cariñosamente la apodamos por aquella afirmación que decía que yo era hijo de los nazis) es, de verdad, Supermadre. Hace mil ochocientas cosas en la casa... no es que yo no ayude, ¿verdad?, pero digamos que a veces mi ayuda no es requerida. La verdad es que solo hay una labor que, por alguna razon, de verdad disfruto: Lavar trastes. Asi es. A mi, ni planchar ni barrer, no, señor. Lavar trastes es lo mio. Cuando estuve de ilegal en San Diego (sorpresa, un capitulo que nunca he contado), trabaje de dish washer en un restaurant (raro) de chinos chinos chinos. No la quise de mesero de cajero de busboy, no, de lavatrastes. Anyway, estamos con Sra. Madre.
Todo lo que hacemos, como nos relacionamos, no se ve ni en las mejores novelas cursis. No, señor. Au contraire. Una de mis frases favoritas. mientras la abrazo cariñosamente, es decirle al oído: "¿A quién le voy a partir su madrecita hoy?". Se llama Guadalupe, pero como la llevo también con ella, ya es Lupe para mí (así como Sr. Padre es Homero cuando en realidad se llama José). Así que constantemente, mis gritos de "Lupeeeeee, mis calzones, Lupeeeeeee, mi camisa, Lupeeeeeeee, tengo sueño!!!" resuenan por toda la casa. Es, en realidad, una relación bonita. Que termina por romperse cuando llegamos al inevitable momento en que tengo que, o cambiar mi ropa de cama o descolgar las cortinas para lavarlas (una de las desventajas de medir mas de 1.70 en mi casa...).
Con Sra. Madre todo fue al revés que con Sr. Padre. Nuestra relación está un poco fría. Y todo se debe a ese pleito mítico de cuando íbame yo a casar. Para resumir, ella no quería. Así nomás. Y no sé si es que tuviera razón o que o como pero simplemente no quería. Así que, para ser sinceros, la relación está un poco mellada pero nunca dejaremos de tener ese sentimiento de confidentes y mejores amigos. Madre. La magia de llegar a la casa y encotnrar que sigue oliendo a tus increíbles bisteces a la mexicana o a tu platillo favorito, pollo con almendras (del cual no soy muy fan que digamos). Lo increíble de saber que puedo destrozar media habitación y tú, ni por enterada por que tienes un sueño increíblemente pesado. Gracias, Mutter, per tutto et tutto che me dai dia tras dias. Gracias por decidirte a ser Mein Mutter. Y sabrás disculpar mis abrupteces a veces pero resulta ser que tú a los treinta ya tenías a Homer y yo no tengo a nadie... todavía. De hecho, como dato curioso, yo nacií cuando Sr. Padre tenía 32 años. Así que... aún hay esperanza.