Monday, May 09, 2005

A Mi Tio Jesus Martinez

Lo conocí cuándo era yo muy pequeño, desde que nací, prácticamente. Padre de mis primos Alejandro (el mayor de todos), Mónica y Hugo, siempre fue famoso en la familia por su grueso carácter. Cada verano, yo supe lo que fue tenerle como papá y que nos llevara a almorzar barbacoa de borrego a orillas de la carretera, que se riera como loco cada que Hugo y yo hacíamos bromas telefónicas y que, por supuesto, se pusiera como volcán cada que hacíamos estupideces. Pero algo nunca pudo ocultar debajo de esa capa de acero: un buen hombre. UN EXCELENTE HOMBRE. A pesar de que Alejandro dejó de estudiar y se dedicó a seguir sus pasos en la misma porfesión, jamás escuchamos un reporche o palabras de desprecio, cuándo Mónica se embarazó sin casarse tampoco gritó ni pataleó. Con Hugo nunca hubo problemas. Supongo que eso es lo chido de los últimos hombres Guijarro que quedamos de pie; pagamos las cuentas de los demás. Hoy, mi tío está hospitalizado, lleno de tubos y con la vida que se le acaba por culpa de uno de esas pruebas que Dios le suele poner a la gente que más extrañamos. Si sales de esta, tío, te JURO que vamos a cambiar muchas cosas. En muchas cosas fuiste más patriarca de los Guijarro que varios de los hijos de mi abuela (si alguna vez mi padre, como mayor de los hermanos, necesitó apoyo, se llamó Chucho Martínez, sin disminuir para nada el valor de mi tío Chava que hasta se llevó a vivir a Sra. Abuela con él).

Vaya para tí, mi querido, mi siempre recordado tío Chucho, todo mi amor y a mi tía, mis primos y mis sobrinos, todos mis deseos de resignación y mi apoyo incondicional. Los quiero.

Extra: Cuándo era yo pequeño y mi tío Chucho tenía la fama bien arraigada de tener un muy mal carácter, le rompí, sin querer, un frasco de loción. Nunca mencionó nada. Nada, nada. Gracias, Tío. Su saludo hacia mí siempre igual "¿Que pasó, Beto, cómo estás?". Voy a extrañar eso. Mucho, mucho.