Wednesday, May 25, 2005

La Reflexion

Imagínate la escena: yo, de treinta, ella de 22. Se sorprende cuándo le cuento cosas de cuándo yo tenía 5. Ella ni siquiera había nacido. Cómo hoy. Le conté sobre la primera canción de Van Halen que escuché. Era Pretty Woman de 1982. Entre otras cosas, supongo que de ahí viene mi gusto por el hard rock. Para acortar, hagan cuentas. Ella ni siquiera nacía. Bueno, para hacer más grande mi drama, para el momento que yo ya era un star warero de corazón, ella apenas había nacido…

Es chistoso, por que otra chica de su edad aproximada me decía que no le gustaban los muchachos más grandes (ej.: yo). Ja. Una vez leí que las mujeres buscaban seguridad y estabilidad y por eso buscaban hombres mayores. Como cinco o seis años después me entero que ahora los buscan más jóvenes para pasarles lo que ellas han aprendido. Maldición. Eso nos roba espacio a los Jedi que alguna vez fuimos gigolós de profesión y vaporosa reputación.

El punto al que voy es este: ocho años de diferencia. No debieran ser muchos. No debieran afectar. Y aparentemente no lo hacen pues, como ya os he contado en bastantes ocasiones, hijitos, su servidor cuenta con un severo caso mental de complejo de “Peter Pan”. Es severo, de acuerdo, más no grave por que… por que… vaya, pues por que no y ya. Asumo mis responsabilidades, soy consciente de mis actos y acciones y (casi…) nunca dejo tiradas las cosas. Así que os aviso: me aviento. Esta semana me aviento. De cabeza y al fondo. Los Jedi somos famosos por no medir los peligros, por afrentar TODOS los retos de frente, con la cabezota por delante, aunque acabemos descalabrados. Siempre caeremos de pie. Siempre. Por que ya lo decía mi maestro Fran Qui Avlis “lo que no te mata te hace más fuerte”.

Traducción: agárrense por que de nuevo voy con todo… nada que perder de nuevo. Nada, nada.