Monday, June 06, 2005

Mi Cita Con Una Mujer Casada

La emoción del primer contacto, pensar en el momento que alguien nos descubriera, nada pudo detener nuestras ganas de estar juntos a pesar de todo, a pesar de ser domingo y de que el MacDonald's estuviera lleno de gente, que el cine estuviera atiborrado de familias decentes que acudian a divertirse mientras nosotros dos desafíabamos a la decencia y a la cordura... si, señoras y señores, así es, este domingo cometí uno de los pocos delitos y pecados que me faltaban; SALÍ CON UNA MUJER CASADA.
Y todo comenzó de una manera tan inocente que es difícil creer que lo hayamos hecho. Fue una llamada el sábado por la tarde. YO la llamé, lo acepto. Fui yo el maldito que la indujo a dejar todo atrás. Y entre nerviosismos y demás, llegó la tan ansiada hora para encontrarme con ella, rubia de 1.75, ojo claro, piel de leche... ella, la que tantas veces se resistió a verme siendo soltera, ahora, estaba ahí, toda para mí. Sin nadie que nos detuviera o pudiera impedir que nos entregáramos a los más perversos y egoístas placeres de la carne... molida. Así, sin más, lo hicimos: ella ordenó una McNífica con McPatatas y yo un Big Mac. Y eso no fue todo. No. Ya éramos imparables: el remate vino con un Sundae con caramelo y un McFlurry con Oreo...
La salida fue en el orden de lo más inocente. Fue con mi amiga Maharba que, one more time, me ayudó a comprobar que mis poderes Jedi tienen más de un año latentes y en boga. Yo se lo dije: "Te vas a casar en Chicago y hasta ciudadana vas a terminar..." Ella me dijo muy ofendida, como si le hubiera dicho sabe tú que cosa "¿Como puedes saber eso?... no digas esas cosas..." Y mren ahora. Es curioso. No me hago a la idea de que esté casada. Y más curioso aún: jamás había salido con una mujer casada sin tener que esconderme y sin malas intenciones... Gracias, Maharba, por escucharme. Gracias, Maharba, por seguirme considerando parte de tu mundo. Gracias por todo.