Friday, December 05, 2008

Pequeño Ensayo (...Sobre Mí, Últimamente...)

"A million footsteps, this left foot drags behind my right
But I keep walking, from daybreak 'til the falling night
And as days turn into weeks and years
And years turn into lifetimes
I just keep walking, like I've been walking for a thousand years..."

Sting, Dead Man's Rope






Será que estos silencios forzados no me caen muy bien. Será que estas soledades compartidas tampoco. Será que yo no era yo desde hace años y ahora se te ocurre aparecerte y demostrarme que ni soy invencible y que ni soy ese que me cuentas, día con día.


Tal vez sea que enlaté tántas cosas que tenía que entregarte y que nadie más quiso nunca jamás. O a lo mejor es que ni siquiera contigo yo era yo. A lo mejor era un yo que se quedó atorado en una rama suelta en el río de la vida.

Muy probablemente sea que por recorrer caminos que no me tocaba recorrer solo, me perdí y al perderme, no volví a encontrarme. El caso es que esta persona, este señor que se me queda mirando cada mañana mientras me lavo los dientes, está cambiando otra vez. Tal vez sea el último cambio de piel antes del invierno.

Perdí muchas cosas. Perdí mi fe, mi valor, perdí mis sueños. Perdí las ganas de pelear, perdí todo con lo que aposté. Pero, de alguna manera, regresé completito a tí. Me supiste encontrar en medio de una autopista llena de gente. Supiste distinguir mi voz. Supìste darte cuenta de que yo podía seguir siendo yo... a pesar de que encima se vinieron 3288 días con sus noches y sus tardes y sus mañanas, de que me pintaron de gris las sienes y las doscientas, de que la sonrisa chueca que conociste está más chueca, con unas muelas menos. Pero, ¿sabes?, lo único que jamás perdí, lo único que conservó lo intacto y lo invicto, fueron las ganas de volver a verte. Las ganas de volver a toparme contigo; en un café, en un bar. Sentarnos, comparar notas. Preguntarnos "was i really that bad?", aunque la respuesta ya la sabemos. Leí por ahí, en uno de tus blog's, que alguien posteó: "diez años no son bálsamo para las quemaduras del infierno...". Caray, B. ¿Te das cuenta?. Por que, digo, no sé tú pero al menos en mí sí, de acuerdo, no fueron bálsamo. Fueron, sencillamente, agua para el sediento, fluido mágico que recorrió mis venas, me hizo sentir más... ¿joven?, ¿capaz?, ¿audaz?, ¿valiente?. No sé, muy probablemente todo esto y más.
¿Te acuerdas cómo en aquellas tardes, en aquellas noches, te exponía (pobre de tí) a mis "teorías"?. Una de mis favoritas y que nadie me ha podido refutar es que somos el juguete favorito, una de dos, de Dios o del destino. Por que... ¿a quién más se le hubiera ocurrido ponernos de frente one more time, después de tánto tiempo y después de que tú pensabas que yo pensaba, cuándo yo pensaba que eras tú la que pensaba?. Hoy me doy cuenta: eso del libre albedrío, caramba, es una verdadera arma de dos filos. Y no sólo hiere, a veces mata. Mata lo que más queremos, lo que "pudo ser" y a los "hubiera..." y no es nada más una bromita, el albedrío, del destino. No. La verdad, es cómo... cómo la droga que te turba y te nubla y te deja estúpido. Los resultados son la broma. Ahora afirmas que que bueno que pasó lo que pasó por que nos apreciamos más, diferente. Que que bueno que no nos arrejuntamos hace tántos años. No lo sé, B. ¿Tú lo sabes, con certeza... o crees saberlo?. Ahora, me explico, desde hace unos días... a casi un mes de que le echamos gas a esto para arrancarlo de nuevo, pero de otra manera, por que me soprendí cuándo tú propusiste lo que yo no quería proponer por miedo a que te me espantaras. Ja. Que enredados somos, ¿no, B?. Yo queriendo adaptarme a alguien por que ya "es hora" y tú desadaptándote por que no te puedes adaptar más que a alguien, al que tiene la etiqueta con tu nombre y número. Y él que se puede adaptar sólo a tí, la etiqueta con el nombre y número que tienes tú, con miedo de embarcarse en una relación por que A) no está seguro de que sienta lo que se debe sentir y B) no sabe si por andar jugando a los colibríes, se le vaya a escapar otro instante de las manos como arena entre los dedos.
La verdad, B, es que, ahorita, mi confesión es la siguiente (puta madre...): que sí quiero tomarme un café contigo, que sí quiero volver a perderme "manque sea" un ratito en tus ojos y que no estoy muy seguro de que esta vez, con V, las cosas me vayan a resultar bien tampoco. I mean, la adoro, la quiero, me adora, me quiere... pero como que YO ya me di cuenta: eso no siempre es suficiente. Avísame, dime que carajos hago, sobre todo en estos días de silencios forzados. Y, que poca madre, se está acabando el año y no puedo terminar de mentarle la madre por lo mal que me trató pero tampoco puedo comenzar a agradecerle por lo bueno que me trajo: Tú, Tú y Tú... sobre todo, TÚ. He dicho.