Saturday, November 20, 2004

My New Deep

Dicen que siempre hay que tener un plan de rescate o de emergencia en caso de que las cosas no salgan como lo deseas, que nunca debes esperar a que las situaciones surjan por sí solas, que tú debes provocarlas. Pues bien, permítanme decirles. Estoy trabajando en ello. He bajado casi doce kilos en poco más de seis meses (¿mi secreto?, enfermarme del riñón y renunciar la fabulosa Coca-Cola… ¡Necesito una con urgencia!), he cambiado de look (que incluye, por supuesto, mi secreto sansoniano, dejarme crecer el cabello) y por supuesto, la actitud tiene que ver demasiado con esto. Atrás quedaron los días en que me preocupaba por x y por y. Ya no más sufrir por la que se va a casar y por la que no vuelve, ahora voy a volver a mis andanzas demoníacas. ¡Al demonio con el que dirán, que murmuren que soy un mujeriego, que digan que nada más utilizo a las mujeres para mis cochinadas! Sí ellas no se quieren portar bien conmigo, ya no me voy a portar bien con ellas. Y esto trae a mis memorias el recuerdo de Allali. ¿Qué quién es Allali? Mi coprotagonista en la original “Historia Sin Fin”, que si tuvo final, bastante gacho por cierto.

Hace 11 años, cuándo yo era un tierno mozuelo de 18 años, mi señor padre comenzó un negocio avícola termal en un pueblito cercano a la ciudad donde vivimos (o sea que vendíamos pollos rostizados pero decirlo así como que se oye muy gacho). Ella, Allali, tenía catorce años (no soy pederasta pero he sucumbido muy fácilmente ante las lolitas, hijas de su…). Comenzamos a ser novios. Hasta hoy ignoro si yo fui su primer novio, su primer beso o que demonios. Pero el caso es que terminamos juntos y lo peor, YO FUI su changolán en sus quince años. No quiero decir que eso fuera malo, pero era de esas situaciones donde nomas no ubicas a Bob Guijarro por que para bailar soy una mezcla entre piedra de río y oso reumático. Además, era yo un padawan tiernecito y ella, con esos ojazos de venada, logró convencerme (esto ni ella lo sabe pero si algún día me hubiera pedido hacer alguna estupidez, como leer a Carlos Cuauhtémoc Sánchez, lo hubiera hecho sin pensarlo). Después de esta, la mejor época entre nosotros, sólo vino caos y destrucción. Hubo épocas en que los dos hacíamos todo lo posible por humillarnos mutuamente, otras en que hubiéramos sido capaces de todo por complacernos de igual manera y otras más en la que indiferencia era decir poco. De esas cosas que sólo el Creador sabe por que hace, estábamos juntos un promedio de 6 meses y nos separábamos como por año y medio, y esto llego a sumar un total de más de once años juntos. La última vez que estuvimos juntos, yo pasaba por una época medio destructiva (acababa yo de escapar de las garras de la Amazona de la Tinta, una historia que tal vez les agrade leer después), no quería saber nada de relaciones en serio, sólo quería acostones fáciles, sin complicaciones… y Allali me puso el alto. Debo decir que en diez u once años juntos NUNCA tuvimos relaciones, NUNCA hicimos el amor, NUNCA nos acostamos pues, lo que me deja entrever que en realidad lo nuestro estaba a un nivel más… karmático digamos. Y mira que Allali tiene una figura envidiable, el cabello y los ojos más bellos que he visto en alguien, de esos que como alberca, te invitaban a clavarte en ellos para sumergirte y tratar descubrir el misterio de sus ideas. En fin, que les decía, la última vez juntos, ella me puso un hasta aquí y me dijo que o me3 enderezaba o la goma conmigo y mis ideas de “recuperarme” a la mala. En esa ocasión, una de las noches más bonitas pero más extrañas de mi vida ocurrió. Yo estaba terriblemente enfermo de la garganta (ya saben, tos, cof, cof y todo eso) y fui por ella a su trabajo. Caminamos una gran distancia (siempre lo he dicho: si alguien hace una película sobre mi vida, se dará cuenta de que los momentos más terribles y los mejores siempre se dan mientras camino… ja!) y platicamos muy rico. Como pocas veces, mis estupideces la hicieron reír, me miraba con esos ojos que me invitaban a hacer de todo. Y cuándo me invitó a pasar a su departamento, supe que esa noche no se me iba a olvidar jamás.

Entramos y era una noche fría (enero, me parece). Ella compartía el departamento con una de sus compañeras de colegio. Platicamos más todavía, me preparó un poco de leche caliente, me invitó a recostarme con ella en su cama… y me dormí. Me desperté como a las dos de la mañana, tosiendo y la vi, mirándome. “¿que pasó?”, le pregunté, entre sueños. “Nada, pollito” (sí, así me decía ¿y que?), me dijo,”me tenías preocupada”. Me besó y yo me quise apartar por que no quería contagiarle mi resfriado. “No me importa…” y así estuvimos, besándonos. El momento clave de esta noche llega cuándo ella se quitó la blusa. Fue cuándo pensé que en verdad, por primera vez, iba a tener relaciones con esta niña preciosa. Me desnudó y ella terminó de quitarse la ropa. Seguimos en el besuqueo y nos tocamos y nos acariciamos… de verdad muy bonito. Con la excepción de que NO tuvimos relaciones. Ni esa noche ni nunca. ¿Por qué?, lo ignoro. Simplemente no pasó. Si les puedo decir que de verdad fue maravilloso pasar la noche junto a ella, sentir su calor, tocarla, experimentar recorrerla toda con mis manos. Después de esa noche tan genial, todo fue cuesta abajo. Siempre estábamos discutiendo (a ella no le gustaba mi personalidad “homeresca”), constantemente nos agredíamos (nunca he golpeado a una mujer… y no es por que no se lo merezcan, simplemente no lo acostumbro) hasta que al final, nos dimos cuenta que era mejor separarnos y seguir cada quién por su lado. No quedamos como amigos por que NO podemos ser amigos. Simplemente ella se fue por su lado y yo por el mío. Y hoy, ella ha comenzado su vida de nuevo, sin mí. Y es feliz y eso me da gusto. Hace como dos meses, estaba yo en el banco, para hacer unos depósitos y la vi entrar con un chico y su madre. Y se veía muy bien. Y a pesar de que nos sentamos JUNTOS, uno al lado del otro en la sala de espera, ninguno de los dos nos hablamos. Pero me hizo sentir bien verla contenta, con alguien que la hace reír y feliz. Su mamá, por supuesto, me saludó. Y eso hizo un poco incómoda la situación, supongo. Pero no para mí. Uno de mis secretos es que siempre que veo a alguien de los coprotagonistas de mi vida contentos, me hace feliz, aunque por dentro me esté llevando la fregada. Así que, Allali, brindo por ti, por lo nuestro y por lo que nunca tuvimos ni hicimos. Que seas feliz SIEMPRE.