Tuesday, April 21, 2009

Esa Noche...


"I met God this afternoon ridin' on an uptown train
I said, "Don't you have better things to do?"
He said, "If I do my job what would you complain about?
So I let it go to Hell, now I'll have something to do.
He said, "I'll let it go to hell; does that sound familiar to you?"
Dog's Eye View, Everything Falls Apart


Acababa de llover. Me senté al borde de la banqueta con mi pequeña botella de whiskey envuelta en una bolsa de papel. Pensaba en los desastres constantes que me aquejaban, que no me dejaban dormir en paz. De pronto, llegó y se sentó junto a mí.

"¿Qué esperas?" dijo, con una voz profunda, grave. "No lo sé" dije, mirando el amanecer sobre la ciudad. Las primeras personas comenzaban a circular, caminando por las aceras mojadas. "Dame un trago de eso..." dijo y se lo ofrecí. Le dio un largo sorbo e hizo un gesto de desagrado. Se secó la larga barba y me miró. "Sé qué tienes dudas, sé que tienes miedo, sé que te asustan muchas cosas... que a veces crees que tu vida es prueba constante para ponerte a tono, para afilar tu paciencia, tu tolerancia, tu valor, tu coraje. Sé que muchas veces has pensado que nadie se ocupa de tí, que nadie se da cuenta cuándo estás mal... cómo ahora mismo... pero, ¿sabes?, esta noche escuché tu llamado tan alto y fuerte que no tuve otra opción más que venir a verte de cerca".

Le pedí la botella. Le di un largo trago también. Saqué un cigarro. Le ofrecí uno. Lo rechazó. Lo encendí, pensando en que responder. "No me siento abandonado... me siento... no sé, cómo si todo fuera una burla. Cómo si las cosas para mí simplemente pasaran de mal a peor en cuestión de segundos y que en cualquier momento perderé todo en una mala apuesta...". Se rió. Con una risa fuerte, llena de todo eso que debe tener una risa. "No. No puedes perderlo todo. Siempre te quedará algo para volver a apostar... la cosa es así. No puedes ganarme A MÍ una apuesta. Si yo digo, "Así Sea", así es y punto. Pedro, Mateo, Simón, ellos lo entendieron... ¿que te provoca a tí NO entenderlo?". "No lo sé" respondí mirándolo por primera vez a los ojos... y en esa mirada entendí todo.

Y al final de esa noche, tiré mi botella al río, caminé en dirección opuesta, voltée sobre mi hombro y lo miré; con las manos parecía seguir una música antigua y parecía también poner pinceladas sobre el cielo... solamente que con cada movimiento de sus manos, las nubes cambiaban posición, color. El Sol parecía quedarse quieto, esperando indicaciones. Él estaba vestido con un traje azul marino a rayas que le quedaba como hecho a la medida, una camisa blanca muy elegante y una corbata roja... pero vaya, ¿de que otra manera podría vestirse Él?. Me miró, sonrió, me guiñó un ojo. Dijo "Deja de preocuparte. Mi trabajo contigo está hecho. Verás que sí". Y se subió a un autobús con dirección lejana, con destino desconocido.

Entro a mi casa. Me deslizo despacio hasta mi habitación y acostada en mi cama, estás tú. Me quedo en el quicio de la puerta, mirándote. Duermes en paz. Sólo Él sabe que sueños, que ilusiones llenan tu cabecita ahora. Sin desvestirme, me acuesto junto a tí. Sin abrir los ojos, a señas, me pides que te abrace. Y de sólo sentir tu piel, tu pulso, lo entiendo. Esta apuesta ya la gané. Gané todo. Y lentamente dejo que la luz se escurra por la ventana, hasta llenar todo. Hasta llenarme a mí. "Esta noche hablé con Dios..." te digo en un susurro. "Lo sé", respondes sonriendo, con los ojos cerrados aún. "Me dijo que te esperara... que volverías a mí".