Monday, July 06, 2009

Drug Wars (Bob: The Lost Years)

Este post lo debía yo desde hace algún tiempo. Es MUY personal, a lo mejor a algunas gentes se les hace idiota, a algunas otras ni les interesa y a la gran mayoría no le encontrarán chiste. Pero ese, ese que cuenta esa historia, SOY YO. Sobreviviente. Y con este texto, ahora sí, cierro por un rato este lindo blog. No es definitivo, es de a mientras nos acomodamos en otros lares. Gracias!!

Ahora sí: preciso y conciso. Pongan play, escuchen la rola... y lean. Por cierto, es de 1995, la sacaron del MTV, cuándo era una chingonería... pero hay que decir que la música también era buena entonces, ja!


"Ticket to ride a white-line highway
tell all your friends they can go my way Pay your toll, sell your soul
pound for pound it costs more than gold
The longer you stay, the more you pay
my white lines go a long way
Either up your nose or through your vein with nothing to gain except killing your brain"
Duran Duran, White Lines


Hace tiempo, ya algo grandecito, caí en un error: me metí con la mujer equivocada. Y no es que ella fuera mala persona, no es que haya sido villana. No. Era la mujer equivocada en aquél entonces por la simple y sencilla razón de que ella quería vivir a full, a todo vapor. Y yo no sabía como era vivir así. Ni idea tenía. Y la dejé convencerme de que así cómo ella vivía, era la manera correcta de vivir a full.

Sí, me enredé con ella cómo "remedio", curación a una dolorosa ruptura. No pasó mucho tiempo antes de que nos hiciéramos inseparables. Yo, joven con un buen negocio, con la cartera casi siempre llena. Ella, joven, ambiciosa, con sueños más grandes que este rancho en dónde vivimos. No éramos la mejor pareja del mundo o mucho menos pero sí, he de decirlo, la pasaba bien con ella. Hasta una noche en que me llevó a "La" fiesta. En ella había muchos "juniors" que incluso hoy son ya funcionarios o candidatos a alguna cosa. Que risa. Y de pronto, ya cerca de la medianoche, cuándo el alcohol fluía, zas, la aparición estelar de "la charola". Surtido Rico. De todo. Para los conocedores y los novatos. De plano, por su nombre: cocaína, heroína, mariguana, metanfetaminas, tachas, extásis, naturales, sintéticas. Drogas. Para todos. Queriendo dármelas de chingón, me metí una buena raya. De coca. De ella, de la mujer que me llevó a este lugar, hoy sólo sé el rumor generalizado que tiene 2, 3 hijos, que sigue metida en el "negocio", unas veces cómo vendedora, otras como consumidora. Solamente le puedo desear lo mejor y que algún día encuentre su verdadero camino.

Dicen que por lo regular, un adicto se hace adicto por buscar la misma sensación del "primer levantón". Lo que yo sentí fue horrible. Mi corazón estuvo a dos latidos de salirse por las órbitas de mis ojos. Un vértigo intenso, una... no, la verdad es que sencillamente no tengo manera de describir lo que sentí excepto "como la chingada". La verdad. Entonces... ¿cómo explicar lo que siguió a partir de ese día?. Cómo eso, UN ERROR INMENSO QUE HOY ES UN ACIERTO PROFUNDO.

Sí. Me hice un "junkie". Así, entre comillas. Y es que, acá entre nos, así cómo nunca le encontré la verdadera gracia al alcohol (excepto la falsa y estúpida ilusión de que todo está bien), tampoco se la hallé a las drogas. Al ser "joven adinerado", podía darme el lujo de consumir aquellas que, una de dos, o me durmieran como bebé o me pusieran al tiro. Así que mayormente, le entré a la "nieve" y al "fuego"... Cocaína y heroína.

Esta historia es la famosa referencia de "ir a tocarle el timbre al Diablo y salir corriendo". Tentar a la suerte. Tocar fondo y regresar casi intacto. Caí en las situaciones más increíblemente gachas que me pudo haber tocado. Afortunadamente, tuve la "inteligencia" de torear los pedos SOLO, sin llevarme a nadie entre las patas. Y si me hubiera llevado el demonio, en áquel entonces, nadie me habría extrañado hasta seis meses después.

En esos tiempos de huracanes y terremotos internos, cometí más y más errores y no le echaré la culpa a las neblinas de las drogas. En ese entonces, enredé a una mujer en mi vida, que pagó muchos, demasiados platos rotos. Ella fue una novia intermitente, un... ¿romance inconcluso?, alguien que podía haber hecho mejores cosas que pasar su tiempo conmigo. Una mujer que perdió muchas cosas por mi culpa y que, honestamente, por pena, por vergüenza, no creo poder ver jamás a los ojos. Cuántas noches no soportó mis tonterías, mis arranques. Cuántas veces no llegué a su puerta con toda clase de "amigos". No, no piensen de más. Nunca la sometí a una humillación mayor que la de tener que aguantarme o ebrio o drogado.

Me salí, por enésima ocasión, de casa de mis padres. Renté un departamento de lujo, con comodidades que ni me importaban y que ni utilizaba. Ahí solíamos tener "noches de tertulia", con música a todo volumen, ruidos, risas, carcajadas, bailes frenéticos. No. Tampoco piensen que éramos de orgía. Por alguna extraña razón, no sé si es mi fuerza de voluntad o mi fuerza de conciencia, siempre me doy cuenta de las cosas que digo o hago cuándo estoy ebrio... o en aquéllos tiempos, drogueta. Y siempre sabía que estaba cometiendo un error. Y el error no me importaba. Pensaba que mi vida no tenía más sentido, más chiste, más caso que terminarla de una manera estúpida en un momento estúpido. Es decir, cómo era consecuencia de un momento malo en mi vida, pensé que andar consumiendo mi alma en inyecciones, en cocaína, era lo que seguía. Y en este caso, simplemente me dejó de importar todo. Perdí el negocio que tenía con Paco Silva y Abarca. Creí que con que yo desapareciera, se irían los problemas de muchas personas. Sí. Esa fue una verdadera época de autodestrucción.

LA verdad es que, aunque hay noches que no recuerdo, son en su mayoría noches que me pasé solo, tirado, con una botella de Jack Daniel's (ahí nació nuestro romance, terminado hace un par de meses) y lo que fuera que se me antojara ese día. Era yo tan especial, tan quisquilloso que, por ejemplo, hoy en la noche planeaba "mañana me voy a poner una, con Pandita (heroína) y el sábado que hay disco, me llevo una Blanquita" y toda la semana me la pasaba planeando, sin tomar nada. Esperando a que llegara el momento. De verdad. Nunca compartí agujas ni nada de esas tonterías porque, ¿honestamente?, no tenía necesidad de drogarme. Lo hacía como hobby estúpido, como pasatiempo imbécil. Era sólo cuestión de ver que onda... de ver "que se siente". Además de un miedo feroz a contraer alguna de esas enfermedades que dan por las agujas.

Me dejé ir. Me abandoné a la suerte. No tuve trabajo ni necesidad de trabajar por cosa de unos ocho, nueve meses. Era un "cinturita", era alguien de esas personas que no siente ni la intención ni las ganas de perder su tiempo pero lo hace. Noches sin dormir, días sin provecho. Sin distinción entre lunes o sábado, entre octubre o marzo.

Así, con dinero de sobra, "amistades", consecuencia de los dineros, gente insulsa entrando y saliendo de mi vida, me metí a un hoyo. Llegué a las mismas puertas del infierno. Cada día, durante 3 meses, pedí morirme y muchas veces tenté a la suerte... y a la muerte. Y no me aceptaron la apuesta. Le toqué el timbre al diablo y corrí. Corrí muy, muy fuerte. Vi a muchas de esas gentes "insulsas" hacer lo mismo y caer fulminadas: desde los que se metieron a negocios equivocados y terminaron en reclusorios o cárceles hasta los que de plano nomás no despertaron un día. Con asombro, vi que yo seguía aquí. Sin propósito aparente pero aquí seguía. Llegó también el momento en que me sentí indestructible, protegido por... por lo que sea, vaya. Hasta el último día... o noche, no sé, no recuerdo, pero sí sé que era viernes y lluvioso (de hecho, está por cumplirse aniversario de esa fecha particular) y todo comenzó con una "amistosa comida", unos mariscos. Las cervezas fluyendo como la misma agua de lluvia. Y después, las "aspiraciones", "inspiraciones", inyecciones y exhalaciones. No recuerdo más. Excepto que al día siguiente desperté, sin zapatos, en una barranca al oriente de la ciudad. Recuerdo que se me encogió el estómago porque eran tántas y tántas las leyendas de cabrones violados en pedas con los "cuates" pero no... a mí no me tocó eso. Eso sí, me chingaron cartera, dinero y, ya dije, zapatos.

Fui al único lugar que se me ocurrió: la casa de Paco Silva. A pedir... no, a SUPLICAR ayuda. A pedirle ayuda. Y sí. Me ayudó. Creo que la combinación de fuerzas, la suya, su inteligencia, mi voluntad y mis ganas de vivir, fueron los ingredientes que me pusieron en mi actual sendero. Sin él, quién sabe, probablemente no la habría yo librado, aunque estaba decidido a hacerlo. Sin sus porras, sus consejos. Por eso él siempre será el Batman Silva y yo el Superman Guijarro. Por eso, se angustió cuándo supo de mi paso por la constructora, se angustió cuándo sabía que perdía alguna batalla personal, se angustió cuándo desaparecía de su vista por más de tres días. Por eso, hasta hoy, nos seguimos pasando horas y horas en el Messenger y él me manda colaboraciones para el AudioBlog y por eso es mi Mejor Amigo.

Perdí mucho, demasiado. De verdad, material e interior. Perdí la confianza en mí, agrandado este hecho por que estaba yo confirmando la teoría de varios de mis amigos y de mi familia... que no tenía yo ningún futuro. Hasta hoy, ninguno de ellos sabe o sabrá, que después de esa época pongo empeño en TODO lo que hago, que muy pocas cosas he abandonado y, cuándo lo hago, es porque era un proyecto sin salida, sin futuro y sin beneficio para mí.

Hoy, soy otro. Soy alguien TAN diferente al de hace 10, 7, 5 años. Soy un nuevo Bob. Sé mis fortalezas, aunque a veces la vida y el destino tratan de convencerme que me faltan hue... que me falta valor. Pero entonces recuerdo y pienso "¿Yo, que le toque el timbre al chamuco y no me dejé pescar, perderme AHORITA?, Noooooooo, señor, ni maíz." Y también conozco mis debilidades, mis fallos. Y los dejo convivir en paz dentro de mí porque sé reconocer mis límites, mis alcances y sobre todo, sé reconocer a la persona que vive mi vida HOY, al hombre que salió de esa barranca, enlodado, empapado, sin zapatos.

No es mi intención inspirar a nadie, contar esto para que alguien escarmiente en cabeza ajena. Lo cuento porque nunca he hablado de ello. No tengo razones para haber caído en ese vicio y sí razones para haber salido, con bien, de esa aventura.

Ese, ESE, soy yo.

Por ahora... Por ahora, Ya Dije.