Monday, November 26, 2007

Tu Nombre Es Mi Oracion



"Do You Realize - that you have the most beautiful face?
Do You Realize - we're floating in space?
Do You Realize - that happiness makes you cry?
Do You Realize - that everyone you know someday will die?


And instead of saying all of your goodbyes
let them know
You realize that life goes fast
It's hard to make the good things last..."
The Flaming Lips, Do You Realize?







Te fuiste antes de tiempo. De TU tiempo. Y no es quiera lamentar tu partida. Más bien quiero celebrar TU vida. Por que me la sé de memoria, por que hay muchas cosas que viví contigo y por que fuiste una increíble parte de lo mucho que aprendí sobre mí en los últimos años.
Un Principio Algo Incómodo... Para Algunos.
Naciste el 27 de enero de 1988, cuatro días antes de mi cumpleaños número catorce. Tu madre, mi prima hermana, tenía 15 años, tuvo un embarazo no deseado y tú fuiste el producto. En ese entonces, los Guijarro estábamos ligeramente distanciados por lo que no nos veíamos muy seguido. No te conocí hasta que tenías dos añitos de edad. Y desde ese momento, sospeché que seríamos muy buenos amigos. Eras 13 años menor que yo y no lo parecías. Comenzamos a andar de arriba a abajo cuándo tenías 5, 6 años. En ese entonces, por situaciones, me tocó la friolera de cuidarte a tí y a varios de tus primos, casi todos de la edad. Tú eras el mas mini y aún así, comandabas a la banda. Tenías una manera de ser que invariablemente invitaba a reírse. Era muy difícil, casi imposible, enojarse contigo, aún cuándo provocabas tanto y tanto desmadre. Como aquella vez que te compramos, entre tus tíos Hugo, Salvador y yo, aquel pollito que adorabas, que era tu mascota. Cuando creció y la abuela se lo quiso ejecutar para le cena, la odiaste. Pero cuando te picoteó la mano, de inmediato tomaste el cuchillo y le dijiste a la abuela que lo matara, que ya no lo querías.
Las partes tristes de tu vida, no me salen contarlas, por que tuviste una madre que no te merecía y que tú no merecías. Pero para mí, pensando en claro, me hace más admirable tu vida y la manera en que la llevaste. Sólo diré que en demasiadas ocasiones, tu madre se encargó de recordarte tu origen, como si fuera tu culpa. No me atrevo a decir nada como que yo me interpuse o cosas así. Simplemente yo intervine para que no te cargaran tanto el calor. A tus 4 años, eras ya, en secreto, mi consentido entre todos. Primero por que no te separabas de mí y segundo por que eras demasiado tú, demasiado tranquilo. No eras de esos niños que en ningún lugar se comportan. Si íbamos al cine, eras callado, disfrutabas la película y lo mejor, me dejabas verla en paz. Ah, pero eso sí, cuándo se te metía el chamuco, caramba, calmar al huracán Katrina era más fácil. Leías cómics conmigo, preguntando las cosas que no entendías. A los 7 años, hablabas mejor el inglés que yo en toda mi vida. A los 12, te interesó el rock. MI rock, por lo que muchos de mis discos pasaron a formar parte de tu colección, de manera legal y clandestina. Yo me hice cargo de tí esas veces que tu mamá se perdía por la tarde y noche, esas veces en que ella debió contestar tus dudas, meterte al baño, acostarte, arroparte y asegurarse de que dormías en paz. Y no era yo nada similar a un ejemplo de padre. No. Ni Dios lo permita. Por que entonces no hubieras sido lo genial que te volviste. Lo admirable para mí. Esas sustituciones de cariño por materia que a otros niños y adolescentes corrompe, a tí te sirvió para hacerte filántropo. ¿Cuántas veces no escuché los regaños por andar regalando tus juguetes a niños que ni siquiera conocías?. Y tú lo hacías de corazón, por que sabías que esos juguetes, esos obsequios, no eran de cariño. Eran para suplirlo. Cuando comenzaste a crecer, cuando comenzaste a entender ciertas cosas de la vida, preguntaste la única pregunta que YO no pude responder. Aún recuerdo y se me anuda la garganta, esa tarde lluviosa, veraniega. Tú y yo enfadados de estar encerrados. De pronto, levantaste la mirada de aquel libro (¿Harry Potter, tal vez?) y me preguntaste, así, a bocajarro, "Tío... ¿mi madre me odia por que mi papá no la quiso?". Sólo le contesté lo que años
después se convirtió en contraseña para muchas de tus adolescentes travesuras, "no, m'ijo, es por pendeja".
Siempre Son Mejores Los Hijos Del Vecino
Supongo que esta frase tiene algo de cierto. A lo mejor es que clarito sentía yo mi sangre latiendo en tí. Pero sólo sé que te convertiste en mi mejor amigo. Y sé que eso se dice fácil pero, ¿cuántas veces no corriste a mí con tus problemas y cuántas veces no te llamé con los míos?. Y eso, no con cualquiera. Al menos ahí sí, yo no. Te reías y subrayabas cuánto Guijarro encontrabas en los libros (para el neófito, guijarro es piedra de río, pequeña). Cuándo creciste, pasaste de ser un niño ejemplar a ser un adolescente sin comparación. Cualquiera (incluido yo) con un poco de libertad y recur$o$, terminaba consumiendo drogas, alcohol, etc. Tú, simplemente, no. Entendiste las lecciones que te contábamos tu tío Hugo y yo. Esas anécdotas de cosas que no recordábamos, de noches perdidas en una botella de whiskey, de fines de semana extraviados entre humo de Juanita y líneas de Diet Coke. Eso, ESO Y MÁS, comprendiste. Y con orgullo lo digo, no repetiste el error. Nunca tuve quejas de que hubieras llegado ebrio, de que hubieras llegado drogado. NUNCA. Tu primera cerveza, legal digamos, la bebiste conmigo a tus 18 años, en medio de un Super Tazón. No sé ni quién jugaba, sólo sé que gozamos como locos por que nos perdimos un rato de vernos.
Eso sí, las dificultades no faltaban. Cuando tenías 16, quisiste aprender a manejar. Entre tus tíos Hugo, Chava y yo, tomamos la "educación". Y resultó que Chava era demasiado cafre, Hugo demasiado prudente y yo demasiado babas. Entonces, una tarde de sábado, de esas que no se olvidan JAMÁS, salimos en la Golf de mi Sr. Padre, tu tío abuelo. En esa esquina, dónde jamás pasa nada, pasó. Una señora, más babas que yo, no pisó el freno ni por error. Golpeó el coche de tu lado, dejándote golpeado, desmayado, con fracturas en la clavícula y en el tobillo y a mí con la muñeca muy maltratada. De hecho, la noche en que me comunicaron tu accidente, la miré. Con las cicatrices del choque. Y esa fue otra aventura. Así, podría contar miles. Las tardes en que salíamos al cine y, sin variar, terminabas consiguiendo números telefónicos de niñas imposibles. Las noches de farra en que me preguntabas, una y otra vez que cuándo te daría tía, que cuando primitos y que cuándo iríamos a ver a los Yankees.
Y hoy, esta mañana, desperté y simplemente recordé; no estás más aquí. Que esta Navidad, tu abrazo no llegará a mí. Que tu copa vacía estará en la mesa, que tu lugar sin ocupar también. Sí, es un poco triste. Pero cuándo pienso en todo lo que viviste y en cómo lo superaste, no puedo más que sonreír. Tu estatura, más alta que la mía, tu voz, más grave (MUCHO más) que la mía, tu humor, mejor que el mío y todo eso que sólo tú sabías que hacer, se han ido. Pero tu recuerdo jamás. De tí, me quedé con el brazalete de cuero, igual al mío, con los cd's que eran míos y con los que compramos juntos, con el Gamecube que te regalé en aquella Navidad. Ahí quedan, guardados, para que yo los vea cada vez que tenga uno de esos pedos que resolvíamos tan bien juntos. De hecho, en tu despedida, Hugo recordó que nos apodaban Batman y Robin, mamonamente. Pero tú y yo reíamos y los mandábamos a paseo. Ahora, simplemente, no estás. Y las palabras sobran y al mismo tiempo no alcanzan para decirte lo mucho que te quiero y la falta que me haces desde ya, desde ahorita. Vete en paz. Descansa. Tú, tranquilo, que acá, todo sigue igual. Y con severas tendencias a mejorar. Tú, nomás échanos un ojito desde allá, dondé sé que estás por que tú sí que tenías pase automático. Y ahí nos vemos un día de estos.
"Whenever I say your name, whenever I call to mind your face
Whatever bread's in my mouth, whatever the sweetest wine that I taste
Whenever your memory feeds my soul, whatever got broken becomes whole
Whenever I'm filled with doubts that we will be together
Wherever I lay me down, wherever I put my head to sleep
Whenever I hurt and cry, whenever I got to lie awake and weep
Whenever I kneel to pray, whenever I need to find a way I'm calling out your name"
Sting, Whenever I Say Your Name